Las piscinas naturales de Hermigua

Un viaje entre la historia y la naturaleza

¿Buscas un lugar donde la naturaleza en estado puro se encuentra con la historia de forma espectacular? Las piscinas naturales de Hermigua, en La Gomera, son una auténtica joya. Héléna y yo tuvimos recientemente la oportunidad de descubrir este impresionante lugar, situado en la costa norte de la isla. El viaje desde Valle Gran Rey, que duró aproximadamente 1 hora y 15 minutos en coche, nos llevó a través de un paisaje impresionante, proporcionando la introducción perfecta a la belleza salvaje de La Gomera.

Un viaje en el tiempo

Nada más llegar a «El Peñón «, nos recibieron las cuatro imponentes columnas de piedra del Pescante de Hermigua, vestigios de una época industrial pasada. Estos pilares, de casi treinta metros de altura, son todo lo que queda de este antiguo muelle construido en 1907, que se utilizaba para exportar plátanos y tomates a Europa. Cargadas en barcos desde aquí, las mercancías se transportaban a barcos más grandes en alta mar, que no podían atracar en la escarpada costa.

Historia de los pescantes

Los pescantes fueron infraestructuras cruciales para La Gomera a principios del siglo XX, cuando la isla carecía de infraestructuras portuarias y viarias. Construidos principalmente entre 1900 y 1910, estas estructuras desempeñaron un papel vital en la exportación de los productos agrícolas de la isla. Se construyeron tres pescantes principales en Hermigua, Agulo y Vallehermoso para facilitar el comercio.

El Pescante de Hermigua fue construido en 1907 por la Sociedad Anónima La Unión, una empresa formada por terratenientes locales e inmigrantes retornados de Cuba, cuyo objetivo era desarrollar la exportación de tomates y plátanos. Esta estructura moderna para su época, con una máquina de vapor y una gran estructura de hierro, se diseñó para superar los retos del transporte en ausencia de infraestructuras adecuadas. Representó un gran avance tecnológico en una época en que las carreteras eran inexistentes y los muelles rudimentarios.

El pescante hoy

Hoy, este lugar histórico se ha transformado en un fascinante espacio natural, que alberga dos piscinas. La primera, una piscina cuadrada construida, está protegida de las poderosas olas del Atlántico. Con escalones y una rampa para facilitar el acceso, ofrece un baño tranquilo y agradable. Pasamos aquí la mayor parte del tiempo, disfrutando de la calma y la frescura del agua.

Para los más aventureros, una segunda piscina totalmente natural está enclavada detrás de las rocas. Las olas la golpean con fuerza, creando un espectáculo impresionante y ofreciendo una inmersión más directa con el océano.

Este lugar no es sólo un destino turístico, sino también un punto de encuentro entre la historia humana y la naturaleza en estado puro. La fuerza del océano y las huellas del pasado industrial se mezclan armoniosamente, haciendo que nuestra visita sea inolvidable.

Información práctica

Para llegar a las piscinas naturales de Hermigua, sólo tienes que coger el coche y aparcar en la carretera que lleva a la playa. Un gran cartel indica que el acceso es por tu cuenta y riesgo. Es esencial ir preparado para una excursión auténtica y salvaje.

Si viajas en autobús, la parada más cercana está en Hermigua, en el centro del pueblo. Desde aquí hay un paseo de 45 minutos hasta las piscinas naturales.

La playa es pequeña y, cuando llegamos hacia las 11 de la mañana, sólo encontramos allí a dos o tres personas, ideal para disfrutar de la paz y la tranquilidad. Sin embargo, cuando nos fuimos, la playa ya estaba abarrotada con unas treinta personas. Para una visita más pausada, es mejor llegar a última hora de la mañana. Evita llegar demasiado temprano para que no te moleste la sombra.

No hay servicios en la playa (tiendas, bares, aseos o duchas). Recuerda llevar todo lo que necesites: agua, comida, crema solar y un sombrero o gorra. Los escalones que bajan al agua pueden ser resbaladizos, así que ten cuidado.

Comida en la Tasca Telémaco

De regreso, hicimos una pausa gastronómica en Hermigua, en el restaurante Tasca Telémaco. Conocido por su ambiente relajado y su fusión gastronómica, el restaurante está situado en lo alto de una terraza que da a una rotonda, ofreciendo una vista tranquila a pesar de su proximidad a la carretera.

Como vegetarianos, optamos por ensaladas como la ensalada tropical y la ensalada de remolacha, naranja y queso feta, perfectas para una comida ligera y sabrosa. La variada carta también incluye entrantes como los Pimientos de Padrón y platos principales a base de pescados y carnes locales. Los precios son asequibles, y la carta de vinos ofrece opciones locales e internacionales. No te pierdas los postres, como el tiramisú y la mousse de maracuyá. El servicio es agradable, lo que hace de este restaurante una excelente parada para explorar La Gomera.

Mirador y bosque de Garajonay

Después de comer, continuamos nuestra exploración con una parada en el Mirador del Rejo. La vista desde aquí es espectacular, y ofrece una impresionante panorámica de los verdes valles y las montañas circundantes.

Luego seguimos hasta elAparcamiento de Cruce de Pajarito, un excelente punto de partida para varias excursiones, incluida la circular al Alto de Garajonay, el punto más alto de la isla. Aunque no hicimos esta caminata, disfrutamos de las impresionantes vistas de los majestuosos picos rodeados de bosques.

Estas paradas fueron un gran colofón para nuestro día, ya que nos permitieron sumergirnos aún más en la naturaleza y disfrutar de los excepcionales panoramas que ofrece La Gomera.

Conclusión

Las piscinas naturales de Hermigua, enclavadas al pie de la montaña Pescante, son un lugar donde la historia y la naturaleza se unen de forma sorprendente. Es un recordatorio no sólo del ingenio de los ingenieros de principios del siglo XX, sino también de la belleza agreste de La Gomera. Al visitar este lugar, pudimos apreciar la riqueza del pasado mientras disfrutábamos del esplendor natural de la isla. Es una experiencia que no debe perderse nadie que se aventure a visitar esta cautivadora isla.